domingo, 29 de agosto de 2010

Un día de aquellos



Hay días cuando amaneces con ganas de permanecer en tu casa. No quieres salir a ningún lado. Son aquellos días que consideras sombríos. Lo difícil es cuando tu cuerpo y tu rostro no responden. Si estás en una empresa no amaneces con la capacidad de tener la sonrisa corporativa. Si estás en el colegio o la universidad, tal vez solo quieras estar a solas y te encierras en la biblioteca. Son esos días cuando quieres irte lejos a la cima de una montaña, o estar a la orilla del mar. Simplemente no te hallas, ¿Qué hacer?

Es cuando necesitas una lluvia, un diluvio, una inundación de buenos pensamientos. Pensamientos que confronten tu mente. Pensamientos creativos, pensamientos de Dios. Dios creó el universo a través de su palabra. A veces escuchamos tantos pensamientos negativos, leemos tantas noticias malas, pareciera que no hay esperanza. El mundo se está muriendo, la naturaleza se está extinguiendo, la gente se está suicidando. ¿Cuál es el propósito de mi existencia? Necesitamos escuchar palabras de esperanza, palabras de vida, palabras que brinden aliento al alma extenuada. Sentimos que nuestro cuerpo desfallece, pero en muchas ocasiones es el reflejo de lo que ocurre en el alma.

Es verdad que necesitamos descansar. A veces hacen falta unas buenas vacaciones. Tal vez ir a un spa o a una finca a las afueras de la ciudad. Pero aun así, no parece suficiente. La mente está agitada, el ánimo sigue decaído. Sigue ese estado latente de que lo que hacemos pareciera no tener sentido, norte, ni rumbo alguno. Seguimos en ese desierto espiritual, caminando por inercia. Por mero instinto de conservación. ¿Qué hacer?

No hagas nada. Es tiempo de pasar tiempos con el Maestro. A sus pies. Falta más de Él en ti. Falta más de su mirada a través de tus ojos. Porque es evidente que estás viendo el mundo solo a través de tu cristal roto. O tal vez sea un cristal denominado “perfeccionismo”. Aun no has llenado tu propia medida. Y a veces nuestra propia medida es tan exigente, tan inmisericorde, tan fuerte, que nos agobia. Somos los peores jueces. Es un verdugo que cargas día a día en tu propia mente, que te dice al oído: -Aún no lo has logrado, te falta mucho por conseguir, cada vez estás peor, aún no eres tan excelente como tal persona. Pero, ¿hasta cuándo seguirás escuchando esa voz? ¿Por qué no escuchar con mayor cuidado la voz del maestro, la voz que te consuela, la voz que te anima?. Es la voz que declara tu futuro y te lo permite ver con claridad. Es una voz que es un bálsamo que alivia. Medicina que sana el alma, que sana las heridas. Es el anhelo mas profundo de tu corazón y lo has postergado. Jesús le dijo a Martha: -Martha, Martha, afanada y turbada estás en tantas cosas, pero solo una te es necesaria y María ha escogido la mejor parte, la cual no le será quitada. No te ocupes en tantas cosas, ¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si pierde su alma?. Es el tiempo que rescates tu alma, o que permitas que el Maestro lo haga. El quiere ayudarte. María escogió la mejor parte, solo estar a los pies del Maestro, escucharlo, contemplarlo, estuvo atenta a su consejo.

Estamos viviendo tiempos donde hay tantas cosas por hacer. La oferta de mercaderes que quieren ofrecerte cosas a cambio de tu tiempo. Actividades, estudios, planes, diversión, preocupaciones buscan quitarte tu tiempo y en realidad no tienes que hacer todas estas cosas, por lo menos no al mismo tiempo. Y si es el tiempo que le corresponde a estar con Jesús, entonces estás haciendo un mal negocio. Y de pronto dices: - Es que estoy ocupado, esto es urgente, esto es necesario, soy indispensable-. No. Deja que el Maestro organice tu vida y te diga lo que realmente es importante, para que dejes de estar tan afanado y turbado. Se te pasa la vida haciendo cosas que consideras urgentes, pero dejas de lo lado lo importante. Y en verdad lo importante es la mejor parte, y lo importante no te es quitado, es lo que queda, lo eterno es lo que tiene mayor valor. Jesús le dijo a Martha: -Deja que yo organice tu agenda. Yo soy tu agenda-. Si tienes lo más importante, el resto serán simples añadiduras, y de hecho vendrán sin que las busques tanto.

Hoy descansa y recuerda que mañana será otro día, pero que sea un día sin afanes, sin estar preocupados. No significa que no aparezcan las preocupaciones, no significa que ignoremos nuestros compromisos y responsabilidades. No significa que no exista una carga que llevar. Sino que no olvides que ya no estás solo(a) y que hay alguien que te quiere ayudar a llevarla.