domingo, 4 de septiembre de 2011

Acerca de acumular cosas

Recientemente he visto programas de la televisión estadounidense, donde muestran a personas con una obsesión exagerada por acumular objetos en sus casas, al punto que ya ni siquiera pueden caminar libremente o encontrar sus cosas en medio de la jungla artificial en que se ha convertido su hogar. Más que un problema de limpieza, orden o higiene, es el reflejo de conflictos internos que los llevan a generar la adicción por comprar cosas, coleccionarlas y acumularlas hasta el punto de afectar sus relaciones interpersonales. El desprenderse de ciertos objetos es un proceso emocional doloroso que los lleva a manifestar ira, llanto y mucha ansiedad.

En una ocasión fui a visitar a una amiga que vive en el estado de la Florida en los Estados Unidos y la acompañé a visitar a una amiga. Mi amiga me dijo que esperara en el carro mientras ella ingresaba a la casa de su amiga. Luego me explicó que no me había invitado a acompañarla, debido a que su amiga tenía tantas cosas acumuladas que le daba vergüenza que alguien más entrara a visitarla. Cada semana compraba ropa nueva, con tal de no tener que buscar la prenda de su gusto, en medio de las montañas de cosas arrojadas en cualquier rincón.

Decía un comediante de la televisión años atrás: - ¡Es que gastar plata me calma los nervios!-. Nuestra postura frente al dinero es un reflejo de la condición de nuestra alma. El dinero no es malo. Lo malo es lo que hacemo con él, la forma en que lo manejamos y las obsesiones que el dinero puede llegar a generar. El dinero es tan solo un medio. El problema es cuando el dinero se vuelve un fin en sí mismo. La Biblia menciona que no podemos servir a dos señores: usted sirve al dinero o sirve a Dios. Es decir el dinero puede ocupar el lugar de un dios, a quien servimos y veneramos. El dinero (y las cosas que obtiene con él) se puede convertir en una total obsesión, hasta al punto de hacernos miserables.

Hay personas que están esclavizadas pagando cuotas: de un televisor, de un carro, de una casa. Viven preocupados, angustiados, llenos de ansiedad, porque no tienen dinero ni siquiera para comer. No tiene nada de malo adquirir cosas, lo que debemos analizar es si el poseer ciertas cosas nos hace mejores o peores personas. Si algo envenena el alma, lo mejor es desecharlo.

He aquí algunos pautas importantes que debemos tener en cuenta frente al dinero y la adquisición de cosas:

1.¿Realmente lo necesito?¿Por qué compramos las cosas que compramos?¿Lo hago por aparentar, por llenar la expectativa de un grupo social o realmente me hace falta? No necesitamos hacer del acto de compra un dilema filosófico, donde se entremezcle la culpabilidad . Tampoco asumir la postura altiva de "qué importa, es mi dinero y hago lo que se me venga en gana con él". En realidad, nosotros somos aves de paso en esta tierra, estamos tan solo unos instantes y luego somos llevados como hojas secas en el viento. Nada poseemos, pero si tenemos una responsabilidad y es ser sabios administradores de nuestros recursos. Lo que construyamos hoy puede ser un legado para nuestros hijos, nietos y las futuras generaciones, no solo en lo físico sino en términos de valores.

Es aprender a darle a lo material su lugar, nosotros somos los jefes y no los esclavos del dinero. Las emociones nos pueden jugar una mala pasada, y nos podemos apresurar a comprar cosas o endeudarnos en algo que después tan solo generará estrés y aflicción. Planear con anticipación la compra puede ayudar a que vayamos preparados, para que las emociones no tomen el control y terminemos comprando cosas que en realidad no necesitamos.

2. Compre de acuerdo a su capacidad.
Hay  personas que prefieren gastar su dinero en ropa, costosos celulares, cirugías estéticas, carros, etc., con el único fin de ostentar un nivel social o estilo de vida que en realidad no tienen. Desperdician el dinero que bien pudiesen haber invertido en educación o un negocio, que tal vez no es muy llamativo pero si beneficioso a largo plazo.

3. Sea generoso.
El dinero tiene muchos usos distintos al lucro personal. Aprende a disfrutar el privilegio de ayudar a otras personas. Hay un principio universal de la siembra y la cosecha: lo que sembremos eso recogeremos. Si tu vida gira en torno a obtener cosas, en realidad tienes un objetivo muy limitado, una visión bastante triste de la vida, una vida perdida. Para trascender necesitamos tener un objetivo espiritual en la vida, buscar ayudar a otros. No hay mayor satisfacción que sentirnos útiles.

El dinero no es malo. Es tan solo una  herramienta, un medio, que debe ser utilizado con fines nobles.  Hoy día muchas personas están enfermas, preocupadas, llenas de ansiedad por problemas de dinero. Cuando aprendes a desprenderte de él, cuando renuncias a esa obsesión, cuando te liberas de su yugo, es como si un gran peso se quitara de encima de tus hombros, tu vida cobra sentido, y empiezas a disfrutar la vida en realidad.