viernes, 30 de julio de 2010

Tiembla en la tierra...¿Estás preparado para morir?

Un poco apocalíptico este título ¿verdad? Cuando escuchamos acerca de terremotos, temblores, tsunamis y otras catástrofes naturales, viene a nuestra mente esa conciencia acerca de nuestra fragilidad e impotencia frente al poderío ilimitado de la naturaleza. Pensamientos acerca de un fin próximo del mundo y una serie de eventos de los cuales no tenemos el control. Viene ansiedad, incertidumbre, temor, para luego resignarnos y seguir sobreviviendo en medio del tsunami de las preocupaciones que nos ocupan cada día. La realidad del asunto es que independientemente de si alguna vez tendremos que lidiar con una situación tan compleja como una catástrofe natural, aún así somos seres débiles de carne y hueso, mortales, frágiles e indefensos. La muerte es una realidad que está presente a diario, ya sea por lo que vemos en las noticias, porque alguien cercano o lejano murió recientemente, o porque la enfermedad se asoma continuamente en otros o en nuestro cuerpo. Es algo que parece ilógico, pero esta conciencia de la muerte en nuestras vidas, es uno de los secretos para llevarnos a una vida más grata, feliz y significativa.

Cuando comprendemos la escasez de nuestra vida, la aprendemos a valorar. La vida no llega a tí de chorro, sino gota a gota, día a día. La sociedad utilitarista contemporánea nos ha enseñado que el tiempo es oro, o sea dinero. De manera que debemos tener agendas apretadas en función del dinero, de cómo optimizar todos los recursos para obtener más y más, y en el futuro tener una vejez libre de preocupaciones. Por supuesto que nadie quiere tener una vejez con aflicción y limitaciones financieras, consecuencia de falta de planificación. Son necesarios el ahorro, la inversión, el estudio, etc. para lograr tener una solvencia en el futuro. Pero no estoy hablando de esto en realidad. Lo que quiero decir es que el tiempo no es oro, porque tú no puedes comprar la vida con dinero. Por muchos millones que tengas, jamás podrás comprar ni un solo segundo extra de vida. No puedes resucitar una persona con un jugoso cheque. El tiempo lo puedes canjear por dinero, pero el tiempo no es dinero. El tiempo es simplemente vida. El dinero hace parte de la vida, pero la vida no consiste en el dinero. Es mucho más que eso.

Una perspectiva hedonista muestra otra cara del asunto. La filosofía del “vivamos hoy que mañana moriremos” es una visión torcida acerca de la conciencia de la muerte. Algunos dicen:-¡Que más da, igual de algo nos tenemos que morir!-, justificando el consumo de algún vicio en particular. Es dar sentido a la vida, sólo en función de placeres del momento, sin importar el futuro ni las consecuencias de nuestros actos. En este pensamiento, hay conciencia de la muerte, pero no hay valoración de la vida, sino exaltación del placer como objetivo primordial. Y la vida es mucho más que eso.

Cada latido del corazón es un regalo de Dios. Somos seres espirituales, somos seres mentales, pero también somos seres vivos. Y la vida se manifiesta a través de nuestro cuerpo. ¿Cómo sabes que alguien está vivo? ¿Por su lucidez mental? ¿Por su gran espiritualidad? No. Simplemente porque su corazón está latiendo. Somos seres limitados, somos seres mortales y aquellos que profesamos una fe cristiana, morimos con la esperanza de una vida futura. Pero esta vida terrenal se nos ha dado con algún propósito, nos ha sido dada, en calidad de préstamo para que la administremos bien y saquemos el máximo provecho, con los motivos correctos.

Nuestro cuerpo es un milagro. La vida es un milagro. Es una obra de arte, es una genialidad, es un misterio asombroso. La destreza de tus manos, la forma en que se mueven tus dedos para desarrollar tareas tan complejas como coser un botón, destapar un frasco, o interpretar un instrumento musical es algo simplemente sensacional. Es como aquel hombre que luego de un accidente le pregunta a su médico…

- Doctor, ¿Será que después de la cirugía podré tocar el piano?

Y el médico le responde: -¡Por supuesto, perfectamente!

Y le dice el paciente: - Milagrooo, milagrooo, porque yo no tengo idea de tocar el piano!

Bueno, no me refiero a este tipo de milagros pero en realidad la vida nos da muchas oportunidades para disfrutarla. Si vives todo el tiempo en función del trabajo, te la perderás. Si vives todo el tiempo en función del estudio, te la perderás. Es necesario el equilibrio. Hay un tiempo para todo en la vida. Tiempo para reír, tiempo para llorar. Tiempo para trabajar, estudiar, ahorrar, hacer dinero, pero también tiempo para sacar a pasear el perro. Tiempo para estar con tu familia, con tus hijos, tiempo para ver una buena película con crispetas y gaseosa. Tiempo para servir a otros. Tiempo para reír con tus amigos y también para escucharlos y consolarlos.

Así como cuando mueves a una persona y le dices: -¡Oye despierta, no te quedes dormido! ...la tierra tiembla para que nos despertemos. Para que salgamos del letargo del egoísmo, la pasividad, la indiferencia, o la esclavitud del dinero. La tierra tiembla porque Dios nos está recordando que aún estamos vivos, que no nos dejemos morir atrapados en las preocupaciones, en las vanas discusiones, en la soledad ni la amargura. Nos recuerda que no debemos olvidarnos del que está a nuestro lado, que no existimos simplemente para satisfacer nuestros deseos personales, sino que debemos trascender y usar nuestras manos, ojos, oídos, boca, y en general ese precioso instrumento denominado cuerpo para ser felices y hacer ver a otros que la vida es mucho más que gastar dinero. Si tienes dinero, entonces úsalo para ayudar a otros. Un muerto con una buena cuenta de ahorros, es alguien que perdió la oportunidad de haber ayudado a alguien en vida. Se perdió ese deleite. El dinero no lo puedes retener, no lo puedes llevar contigo al más allá. Si te entierran con tu dinero, ese dinero no tiene ningún valor, es lo mismo que papel periódico. Un muerto no puede utilizarlo, así de sencillo.

¿Qué es ser millonario? Ser millonario no es ser un elegido, alguien con estrella, o alguien que es más que los demás. Un millonario es alguien que tiene una muy buena oportunidad para ayudar a más personas. Tiene más recursos para que, en vida, pueda darse gusto con el gran privilegio de DAR. ¿Qué puedes retener? Ni el agua en tus manos. Si acaso sufres de retención de líquidos pero en la vida nada es tuyo, todo es prestado. La palabra “mío”, “propiedad” es algo relativo. Nada es tuyo en realidad, solo lo administras por un breve tiempo, luego otro lo tomará. La casa donde vives es temporal, estás como inquilino de paso, porque luego otro vendrá a habitar allí. Somos aves de paso. Por eso todo aquello que esté motivado en función de retener, poseer, y decir “esto es mío” es algo muy limitado e infantil. Son los niños los que dicen: -Esto es mío y de nadie más. El adulto que habla igual es que simplemente no ha crecido, no ha madurado, no ha comprendido que lo que tiene no le pertenece. No estoy diciendo que entregues todo y que quedes en la ruina. Estoy hablando de comprender, entender, asimilar que estás de paso, por lo que la generosidad más que un acto de altruismo, es un despertar a la realidad.

Estar preparado para la muerte significa que has aprovechado bien esta vida. Has aprovechado el tiempo invirtiendo en desarrollar tus talentos para ayudar mejor a los demás. Quiere decir que no has perdido el tiempo en odios y rencillas, guardando rencores por años contra otras personas, que ya ni te acuerdas cúal fué el motivo de la discusión. Estas preparado cuando has perdonado, cuando has permitido que el amor genuino renazca en tu interior. Cuando has manifestado ese amor a tu familia, has sacado el tiempo para compartir, para oírlos, para sentirlos cerca. Es cuando tienes la capacidad de tener ese sentido de agradecimiento por las cosas buenas y aún las malas, porque todas estas experiencias te han dado una lección y ahora puedes decir que eres mejor persona. Estás preparado para morir, cuando ya dejas tanto apego a lo material, y disfrutas de nuevo lo elemental, lo sencillo, lo que no tiene precio, lo que no se puede comprar que es tu vida misma.

Así que la próxima vez que sientas o escuches acerca de un temblor, piensa en la mano de Dios que en su infinito amor te dice…¡Despierta a la vida!

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